A walk with Miyu

Pipi llegó a Tokio con la curiosidad de quien visita una ciudad por primera vez. Había estado muchas veces en ella, pero esta vez no venía por trabajo: quería recorrerla y conocerla desde otro punto de vista.

Paseó entre los neones de Shibuya, las bicicletas que cruzaban silenciosas y el aroma a té que salía de esas cafeterías diminutas. En una de ellas, mientras desayunaba, conoció a Miyu y a su madre que, después de una larga conversación, le invitaron a dar un paseo por Tokio.

Juntas recorrieron la ciudad: los jardines tranquilos de Ueno, el cruce infinito de Shibuya y los callejones de Yanaka con sus casas de madera, donde la risas de Miyu resonaban especialmente.

Decidieron hacer un descanso y entrar en calor probando, según la madre de Miyu, el mejor ramen de la ciudad. Miyu les contó mil y una historias de su colegio y amigos, mientras Pipi le observaba a través de su cámara, retratando esos gestos que tanto le estaban fascinando.

El día terminó en Harajuku, cuando la luz empezó a dorarse sobre los edificios. Pipi levantó su cámara una vez más, intentando guardar en una foto la sensación exacta de aquel instante: la mezcla de ternura, curiosidad y belleza sencilla que, por un momento, parecía resumir todo Tokio.

A walk with Miyu

Fotografía por Pipi Hormaechea

Muchas gracias a Miyu y Eri por hacer esta editorial posible.